Llegamos a La Gomera tras una travesía de unas 24 horas desde Las Palmas de Gran Canaria, pasando por el norte de Tenerife. Fue una singladura tranquila, a vela o ayudados con el motor cuando el viento decaía. Vimos calderones y tortugas.
Cuando nos asignaron atraque en el puerto de La Gomera, a primeras horas de la mañana, nos encontramos con la sorpresa de tener como vecino al SWANYA. Es un precioso Swan, con Kimberley y Mark de tripulantes, con los que habíamos coincidido el año pasado en Siracusa y Trápani (en Sicilia) y que pasaron el invierno en Cartagena. No sabíamos nada de ellos desde entonces…. Kimberley es californiana y Mark es neozelandés e hicimos desde el principio muy bienas migas con ellos.
Por la noche tuvimos sesión de fuegos artificiales. Me gusta mucho esa foto, con el faro de Cabo Palos en el gallardete.
El 7 de septiembre, Marta se fue a Murcia y Quique se quedó en La Gomera. El día 17 de septiembre Marta volvió, acompañada de su hija BEA que pasaría con nosotros doce días. Los mejores!!

La ciudad de San Sebastián de La Gomera es muy agradable, y terminó haciéndose muy familiar para nosotros.
Cerca del puerto había una escollera adonde íbamos con frecuencia a bucear, con aguas limpísimas (aunque un poco frías para nuestros cuerpos habituados a aguas mediterráneas).
También alquilamos un coche y recorrimos cuanto pudimos de esta preciosa isla, que tiene unos paisajes alucinantes.
Espectacular el PARQUE NACIONAL DE GARAJONAY, parte del cual puede recorrerse en coche y parar en altísimos miradores, o pasearlo por sendas montañosas, como la que sube hasta lo alto del Pico del Garajonay.
La flora de la isla también es una preciosidad.
Aquí hicimos, por supuesto, buenos amigos, aparte de Kimberly y Mark, a los que veíamos de forma regular. Kimberley nos ayudó muchísimo con la meteo, la radio BLU, los weatherfaxes…y nos dejó manuales varios que nos faltaban a bordo. Aprendí realmente mucho con ella.
Conocimos también a THOMAS, del velero BUTTERFLY. Es suizo y tiene un taller de fabricación y reparación de velas aquí en San Sebastian. Nos hizo varios trabajillos, pero el más importante fue una estupenda funda para el dinghy.
Y conocimos a mucha más gente: los belgas afincados en Formentera Katrine y Didier, los holandeses Bárbara y Hank, el inglés Ian, Quique el cocinero, cuyos tigres y empanadillas aún perduran en muestra memoria…. Hicimos varias cenas juntos y algún caldero cayó, por supuesto!
En fin, que hemos pasado en La Gomera días tranquilos, disfrutando de la compañía de Bea y preparando cosillas, poco a poco, para dejar aguas españolas y viajar hasta Cabo Verde.